To the wonder


 
Director: Terence Malick
Actores: Ben Affleck, Olga Kurylenko y Javier Bardem
USA / No recomendada menores 12 años / 112 min.

                Si el cine puede ser la representación de un sueño está película es el sueño de un sonámbulo, de un inacabable duermevela. La cinta de Malick resultaría perfecta para proyectar en el Club de los Suicidas Indecisos, por ayudar más que nada.

                La narración prescinde de las acciones y de los diálogos, quedándose casi exclusivamente con los momentos anteriores  y posteriores, lo que recuerda en algún modo al Resnais de "El año pasado en Marienbad" o al primer Wenders, pero cuarenta años después, lo que resulta un poco conocido y demasiado pesado. La voz en off, de cada uno de los tres personajes de la cinta, no es tampoco narrativa ni acompaña o explica la imagen, si no que es más bien de carácter evocador, incidiendo en el sentimiento de los personajes. Resulta una arriesgada propuesta narrativa, un intento de alejarse de convencionalismos para llegar a lo que parece querer ser "el fondo del asunto", lo que de verdad "sienten los personajes".  Su planteamiento inicial puede parecer interesante y así resultaría si se tratase de un cortometraje, pero en un largo resulta demasiado vago y repetitivo.

                Dentro de este minimalismo formal la propia actuación carece de dirección, los actores no están dirigidos simplemente improvisan lo que el realizador sugiere en cada escena, pero al no tener acción las composiciones se reducen a tres estados de ánimo: "alegría", "tristeza" e "ira", deambulando por el fotograma como en un viejo anuncio de champú.

                La narración, o no-narración, está pretendidamente deshilachada, conformada por girones de estados de ánimo sueltos va dibujando el amor, desamor, matrimonio, infidelidades y separaciones de una pareja entre París y Estados Unidos. Sin embargo, los planteamientos periféricos, o líneas paralelas que se han escogido para aligerar la carga a la acción central, no solo no aportan nada, sino que confunden al espectador, como el presunto trabajo analizando tierras del protagonista, que parece sugerir una intriga ecologista pero que no va a ninguna parte.

                Se entiende aún peor la introducción del personaje de Barden, que da vida a un atormentado y solidario sacerdote, quien ayuda a la pareja en su separación final, pero que forma una parte periférica durante casi todo el metraje, e introduce el factor religioso o espiritual, de extraño encaje con el resto.

                En general podríamos decir que es un planteamiento narrativo valiente, pero no debió de emocionar ni convencer mucho ni siquiera a sus propios protagonistas a juzgar por su negativa a presentarla en Cannes. Es de alabar, sin embargo, que se siga apostando por la experimentación y máxime si esta apuesta llega desde una industria tan encorsetada como lo es la americana y, aunque fallida, tiene aspectos interesantes, seguramente, pero me cuesta recordarlos.
 
Conclusión: Interesante deconstrucción narrativa, pero puedes ver los 10 primeros minutos, leer la sinopsis y ahorrarte los otros 105.

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