El último Elvis

Actores: John Mc Inerny, Griselda Sicilia
Drama / Argentina / No recomendada para menores de 12 años / 91 min.
Un
ensamblador de electrodomésticos, divorciado, con una hija a la que apenas ve y
a la que no entiende y, por lo demás, con una vida anodina en casi todos los
aspectos, tiene, según él, un gran don al que dedica toda su energía y que es
su refugio, su autentica felicidad: ser imitador de Elvis Presley, un buen
imitador de Elvis.
Su vida, su vida real, gira en torno a la farsa de
creerse Elvis, de hecho le pide a su mujer que le llame así, y es cuando está
sobre el escenario imitándole cuando se siente vivo, lo cual hace en cualquier
tipo de evento, ya sea una fiesta familiar, una boda o la actuación en alguna
fiesta o evento, él lo da todo siempre con la misma intensidad, con la misma
entrega, con el mismo entusiasmo. Lo demás, la vida diaria, el trabajo, el
tiempo en casa o las visitas a su ex y a su hija, son protocolos, obligaciones
ineludibles, el tiempo muerto entre actuaciones.
Su casa es cutre, su trabajo es cutre, su ocio en un bar
del extrarradio es cutre también, incluso la empresa de dobles musicales para
la que trabaja es tan miserable que hasta a veces ni le paga. Pero él tiene la voz
de Elvis, el parecerse al Elvis gordo y crepuscular, el imitar mejor que nadie
al cantante, todo gira en torno a esta farsa.
Una película argentina que te reconcilia con el mejor
cine argentino, el cine que se reinventó tras el corralito y que nos hablaba de
la gente real, un cine de personajes, donde la política queda a un lado pero en
el que si está presente la sociedad, los paisajes desmoronados, la vida tal
como es. Un cine descarnado, cruel a veces, sobrio. Un cine contado con
detalles mínimos, con silencios, de estructura sencilla pero con apuntes
geniales. Un cine impecable.
Un cine de personas, de sueños, de frustraciones, de
ilusiones. Aunque en este caso se trate de algo tan al límite como el vivir la
vida de forma interpuesta, una suerte de religión con un ídolo pagano. En el
fondo se puede entender como la metáfora de otras tantas vidas falsarias,
opacas, vidas tránsfugas que nos rodean.
Conclusión: Muy muy muy aconsejable.
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