Hannah Arendt

Si aún no la has visto
Director: Margarethe Von Trotta
Actores:
Barbara Sukova, Axel Milberg
Drama
/ Alemania / No recomendada para menores de 7 años / 113 min.
Última
película de la realizadora Von Trotta, perteneciente al denominado “nuevo cine
alemán” y que vino a dinamizar el estancado panorama del cine europeo allá por
los años 60's, junto a figuras tan importantes como Rainer
Werner Fassbinder, Win Wenders, Volker Schlöndorff o Werner Herzog, aunque
quizá no tan reconocida hoy en día aquí en España.
Hannah
Arendt es el cierre de una esforzada trilogía sobre el exterminio nazi a
los judíos, después de Rosa de Luxemburgo
(1986) y La calle de las rosas (2003),
una serie de películas contra el olvido en un país en el que, durante mucho
tiempo, hablar de la época nazi era tabú.
Exiliada en los Estados Unidos desde 1941, año en
el que huyo de la Alemania nazi, está filósofa alemana tuvo un momento muy
controvertido a raíz de la publicación, en The New Yorker en el año 1963, de un
largo artículo seriado de 73 páginas sobre el primer juicio contra un genocida
nazi celebrado en el mundo después de los Procesos de Núremberg. Fue contra
Adolf Eichmanann, secuestrado por los servicios secretos israelíes en
Argentina, donde vivía escondido y con nombre falso. Eichmann era un teniente
coronel de las SS encargado del transporte de los judíos a los campos de
exterminio; metódico, concienzudo, amante de orden y de la legalidad vigente,
en todo momento defendió su inocencia en el juicio por esa supeditación extrema
a las órdenes recibidas.
El trabajo de la politóloga alemana se tituló
“Informe sobre la banalidad del mal”, y planteaba dos cuestiones que desencadenaron
una enorme controversia y le generaron una cantidad de críticas y enemigos
automáticos: por un lado el hecho de que Eichmann no era un sanguinario
criminal sino un diligente funcionario que, a base de no cuestionarse las
órdenes y cumplirlas a rajatabla llegó a la irreflexión y de ahí a esa
banalidad cruel, la misma que, por otra parte debió de sufrir una buena parte
de la sociedad alemana que, con una venda por delante de los ojos, aupó primero
y quiso olvidar después el holocausto y la barbarie de la guerra. Por otro
lado, cuestionó también el papel de los líderes judíos y hasta que punto no
habían colaborado con los nazis en, por ejemplo, la elaboración de las listas
de deportados.
Ambos temas soliviantaron tanto a una parte de los
intelectuales y de la opinión pública, y no sólo pero sí especialmente de la
comunidad judía, incluido su maestro y mentor, Martin Heidegger, quien le negó
la amistad incluso en el lecho de muerte, que la cosa acabó en un linchamiento
virtual.
Esta es la historia que cuenta Von Trotta,
utilizando incluso material documental de archivo para el juicio en Israel. Una
aventura intelectual, virtuosamente contada, que incluye intriga, acción y
mucha polémica y que, pese a que la aventura sea intelectual, está contada con
toda la carga dramática y humana que refleja todas las contradicciones del ser
humano, construyendo una narración de mucha intensidad, puramente
cinematográfica.
La
película ha merecido, además, la consideración de "especialmente
recomendada para el fomento de la igualdad de género", ya que no hay que
olvidar que Hannah Arendt no sólo se enfrentó al pensamiento ortodoxo del
momento, sino que, siendo mujer, desafió unos dominios poblados por hombres:
los de la filosofía.
Una
escena es paradigmática de como Von Trotta representa esta postura vital de
Arendt, no ya feminista sino más bien igualitaria, se trata de una conversación
que tiene con su mejor amiga cuando ya se le ha echado el mundo encima. Una
puesta en escena convencional quizá hubiera recurrido a una íntima charla de
sala de estar o a una reunión alrededor del velador de un café. Von Trotta, sin
embargo, las sitúa en un bar, jugando al billar, fumando y bebiendo cerveza de
la botella. Lo que parece una escena muy propia de un par de amigos aquí se
convierte en toda una declaración de intenciones. No llama la atención,
precisamente porque se desarrolla de una manera natural, pero resulta muy
esclarecedora, tanto del planteamiento feminista de la filósofa como del de la
realizadora.
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