La gran familia española

Actores: Antonio de la Torre, Quim Gutierrez, Verónica Echegui, Roberto Álamo, Héctor Colomé,
Comedia / España / Apta para todos los públicos / 101 min.
Daniel
Sánchez Arévalo se suma al sub-género de películas de boda con esta comedia que
transcurre durante la final del Mundial de Fútbol de Sudáfrica que, por si a
alguien se le ha olvidado, ganó España.
La
ambientación en sí de la boda es como la de las películas americanas, es decir,
en una finca y bajo palio, aunque aquí con toques patrios y rurales. El esquema
argumental es también básicamente el mismo: alguien se casa y alguien cree que
esa boda está equivocada y que el novio/a debe de ser otro, con sus
consiguientes equívocos, falsos equívocos, idas y venidas. Desde ahí Sánchez
Arévalo elabora su propio discurso, a veces titubeante, a veces lúcido y
brillante, gracioso casi siempre, algo manido de vez en cuando, bastante
desigual, pero muy entretenida en general.
Cinco
hermanos, que emulan a parte de los de la película Siete novias para siete hermanos, de la que el padre de la familia
es un forofo, son los protagonistas, y los consiguientes problemas entre ellos
son los que van a marcar parte de la acción. Con el trasfondo del partido que
paralizo España de fondo (quién iba a pensar que íbamos a llegar a la final) y
un pataflus inoportuno que le da al
padre, la idea "original" tiene matices ingeniosos, como la novia y
la amiga del novio y todo su desarrollo posterior, aunque abusa de los
flash-back para explicarlo.
El
guión está en general bien hilado, los personajes definidos y muy bien
interpretados en un ambiente coral, destacando al deprimido Adán, interpretado
por Antonio de de la Torre, y a Benjamín, el hermano un poco tonto, interpretado
por Roberto Álamo. Tiene aciertos originales en cuanto a desarrollo y montaje,
las dos confesiones en paralelo son un ejemplo, y otras secuencias que
realmente no pintan nada, como el musical que se marca la familia entera al
comienzo de la boda, que no sé si es un homenaje a la recurrente Siete novias para siete hermanos o a las
películas americanas en las que parece se inspira.
En
todo caso, la película resulta divertida, muy desigual pero honesta (en el
sentido de autoría, no en el moral, donde es más transgresora) y cercana.
Sánchez Arévalo demuestra que se encuentra cómodo en la comedia y que maneja con
soltura todos los resortes del género.
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