La Venus de las pieles
Director: Roman Polanski
Actores: Mathieu Amalric y Emmanuelle Seigner
Comedia / Francia
/ No recomendada para menores de 16 años /
96 min.
Es un placer
encontrarse con que los grandes directores continúan haciendo esplendidas
películas, comprobar que el tiempo no sólo no les desgasta sino que les da esa
seguridad de ejecución y esa valentía a su talento que solo da la experiencia.
Con 80 años cumplidos Polanski demuestra estar en plena forma.
Es una película
pequeña, en el sentido de que los medios son mínimos: sólo dos personajes, en
un único espacio y con un tiempo casi diegético. Sin embargo, la magnitud y la
profundidad que alcanza la película son mucho mayores.
Todo transcurre
en el escenario de un teatro parisino vacio. Thomas (Mathieu Amalric) ha terminado sin éxito el casting para la obra que pretende
dirigir, la adaptación teatral de La Venus de las pieles, novela escrita en el
siglo XIX por Leopold von Sacher-Masoch, apellido que es origen etimológico del
término "masoquismo). Cuando Thomas se dispone a abandonar el teatro se
presenta la última candidata, Vanda (Emmanuelle Seigner), que encarna todos los
atributos que el director tanto desprecia: vulgaridad, mediocridad y exhibicionismo.
Sin embargo Vanda es un auténtico torbellino y tiene un conocimiento de la obra
más allá del propio autor.

En esta revisión
de la obra teatral de David Ives, que ya tuvo un importante éxito en Broadway,
Polanski revisa los temas que ya le son familiares, como son los juegos
sexuales un tanto malignos, las situaciones perversas y los entornos claustrofóbicos:
La muerte y la doncella (1994), Lunas
de hiel (1992),
El
quimérico inquilino (1976), Repulsión (1965)
o El
cuchillo en el agua (1962). Experto en sacar partido a unos actores
encerrados en un espacio único y a una
puesta en escena austera, Polanski desarrolla toda su fina y mordaz ironía en torno a un texto sobre la
dominación masoquista que acaba transfiriendo a sus protagonistas, en un
cambiante y procaz ejercicio de sumisión erótico-intelectual.
Emmanuelle Seigner, que además es la mujer
del director, desarrolla aquí toda una variedad de matices, a veces
barriobajera, a veces sutil, siempre compleja y provocativamente perversa. Un
despliegue interpretativo a la altura de las circunstancias.
Conclusión: Sin ser una "gran" película es una muy buena película,
divertida y emocionante y profunda.
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