Nebraska

Director: Alexander Payne
Comedia dramática / USA / No recomendada para menores de 7 años /  115 min.
           
            Lo primero que sorprende en la película es la variada calificación que le han dado los críticos, unos se refieren a ella como una comedia, otros piensan en un drama... La publicidad se refiera a ella explícitamente como "la última comedia" de Alexander Payne. ¿Con que quedarnos entonces?
            Para curarme en salud yo la he calificado en el encabezamiento como "comedia dramática", que resulta una denominación bastante salomónica. Y es que Payne nos tiene acostumbrados a navegar entre dos aguas, con unos personajes crepusculares o decadentes embarcados en historias deprimentes pero que tienen una vis cómica y un final esperanzador. Recordemos Entre copas (2004) o A propósito de Schmidt (2002), dos sorprendentes road-movies protagonizados por perdedores, repletas de personajes esperpénticos o directamente freekies, embarcados en viajes que si bien no resultan iniciáticos, como nos tiene acostumbrados el género, sí que son catárquicos y sirven a los protagonistas como un consolador renacimiento.          
            Nebraska va en esa línea. Woody, un anciano alcohólico y con algún grado de demencia senil, recibe una carta en la que se anuncia que ha ganado un millón de dólares. Aunque todo apunta a que es un timo o la promoción de una editorial de revistas, el pobre Woody, eterno perdedor, decide ir a Nebraska a cobrar su premio. Su hijo David, del que está un tanto distanciado, le acabará acompañando desde Montana, en un largo viaje que les dará ocasión de reencontrarse, además de recuperar sus orígenes y ver a muchos de sus familiares, ya que hacen escala en el pueblo natal.
            La metáfora del perdedor recompensado, la relación paterno filial, la reacción ante la noticia del premio por parte de parientes y vecinos y la descripción del viaje en sí dan pie al director para dibujar una cantidad de personajes y situaciones, tensiones y pasiones cargados de una triste melancolía, de un dramatismo que bordea lo patético, pero también para introducir unos cuantos gags muy cómicos, unos insólitos personajes paródicos y algunos diálogos realmente divertidos.
            De la misma manera que el personaje de George Clooney en Los descendientes o de Paul Giamatti en Entre copas resultan conmovedores de puro patéticos, el personaje de Bruce Dern, el testarudo Woody resulta emocionante. Dern consigue con este papel el que seguramente es el más brillante de su carrera, como demuestra su nominación a los Oscar y su premio en Cannes.
            Rodada en blanco y negro, con una fotografía ligeramente sucia pero brillante de composición, y una dirección que roza a veces lo poético, Nebraska resulta una comedia tristemente realista, donde el desengaño vital se afronta finalmente con un cierto vitalismo esperanzador. Una película inteligente y emocionalmente contada.
            Además de la nominación de Bruce Dern otras cinco posibles estatuillas abalan este film, entre ellas la de mejor director y mejor  película.
           
Conclusión: Entre el drama y la comedia, exquisitamente contada, es una película de las que dejan huella.  



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