Moliere en bicicleta
Título original: Alceste à bicyclette
Director: Philippe Le Guay
Actores: Fabrice Luchini, Lambert Wilson, Maya Sansa y Camille Japy.
Comedia /
Francia / No recomendada para menores de 7 años / 104 min.
La
esencia de este film es la lucha a muerte de dos egos interpretativos. Dicho
así, de repente y sin más datos, no dice mucho.
Dos
de los más refutados actores franceses reales dan vida en la pantalla a dos
importantes actores ficticios, uno retirado y el otro una estrella de la
televisión. El segundo, cansado de lo fútil de un trabajo que no le reporta
esfuerzo ni altura interpretativa decide montar una obra de Moliere, nada menos
que “El misántropo”, donde los dos personajes de la obra, Alceste y Filinto, tienen visiones contrapuestas del
mundo, de la vida, de la política y de la aptitud personal ante todo ello.

Tanneur, tentado por la oferta, se deja querer pero quiere también hacerse de rogar. Así pues, lo que debería haber sido una conversación persuasiva de una tarde se alarga en por varios días de ensayos, convirtiéndose en el duelo de egos anunciado.
A
través de los ensayos de “El Misántropo”, en el que los dos actores se van
intercambiando los papeles pero ambos persiguiendo el protagónico de Alceste el
misántropo, asistimos a una verdadera lección de teatro y de puesta en escena
actoral. Los dos protagonistas tan pronto se odian como se envidian, se alaban como
se insultan, en un proceso que va más allá de lo profesional para tocar su
propia vida y la concepción que ambos tienen de la moral o la ética.
Un
interesante discurso, en forma de comedia que, sin embargo, tiene algunos
puntos poco definidos y errores de guión que, a mi juicio, rebajan el tono al
que la película podía haber llegado. No están bien dibujados los dos
personajes, quizá por un exceso de confianza del director y guionista, o la
suposición del reconocimiento previo por parte del espectador de unos protagonistas
a los que les presenta per se como reconocibles socialmente. Esto es, sin duda,
un grave error de presunción pues o bien se supone que los personajes responden
a cliché o bien se cree que están definidos por los detalles, apenas pinceladas,
con las que se les presenta: el hecho de presentar a la estrella de la TV
subido ya en un tren al que accede su representante para despachar rápidamente
con él antes de que el tren parta, una ropa demasiado snob y un viaje
precipitado para convencer a su viejo amigo. La presentación del actor retirado
es, así mismo, escueta: atendiendo a unos poceros en el patio de un viejo
caserón por los olores del pozo séptico (que por cierto decide no arreglar), su
caserón destartalado y su ropa rústica y despreocupada. La presentación escueta
del perfil de los personajes es toda una virtud en la mayoría de los casos, no
en este, que no consigue que el espectador enfatice con ninguno de los dos
divos/amigos/rivales.

La
utilización de la isla de Ré queda un tanto impostada y las bicicletas, que dan
título al film, un poco bucólico-pastoril sin mayor relevancia.
Philippe Le
Guay, conocido en España por Las chicas de la sexta planta (2010)
en la que participaban las actrices Natalia
Verbeke, Carmen Maur y
Lola Dueñas,
consigue, pese a todo, una película entretenida donde los procesos de creación
de un personaje y los ensayos son revelados al espectador en toda su intensidad.
Conclusión: Entretenida e interesante, pese a todo. Quizá un 7
sobre 10.
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