El hijo del otro
Título
original: Le fils de l'autre
Director: Lorraine Levy
Actores: Emmanuelle Devos, Pascal Elbé, Jules Sitruk, Mehdi Dehbi, Areen Omari, Khalifa Natour y Mahmood Shalabi,
Drama / Francia
/ No recomendada para menores de 12 años /
105 min.
El
drama de los niños cambiados al nacer es algo con lo que en España e Irlanda
estamos comenzando a familiarizarnos. Niños robados y dados en adopción por
tramas en las que habitualmente participan monjas. En Argentina los raptores
eran los propios torturadores y asesinos de los padres biológicos, con lo cual
el tragedia se amplifica hasta la paranoia.
En
el caso que nos ocupa ha sido el destino el que ha cambiado a los bebes al
nacer, propiciando que cada uno viva una vida equivocada. El cine se ha ocupado
de todos estos casos, aunque aún no con la amplitud que merece. El maestro japonés
Hirokazu
Koreeda ya lo trató en "De tal padre, tal hijo", película que hemos tratado aquí y
que podéis revisar en el enlace. En aquella ocasión el drama de los niños
cruzados era identitario y educacional, de herencia y consanguinidad, un niño era
rico y el otro era un niño pobre. En el film que nos ocupa el problema se
complica bastante más, ya que al puro hecho de la identidad y la pertenencia
familiar se le suma la religión, la política y las raíces históricas. Una
complejidad que a la autora Lorraine Levy le sirve para intentar hacer
una fábula sobre la reconciliación.
Joseph,
a punto de entrar en el ejército israelí descubre que no es el hijo biológico
de su familia. En medio de la confusión de la guerra fue confundido y cambiado
al nacer por Yacine, el bebe de una familia palestina de los territorios
ocupados de Cisjordania. La identidad de ambos se desmorona y la sangre, la
educación y las creencias en las que han sido educados, la judía y la palestina,
enemigas irreconciliables, se intercambia de un día a otro.
Un
drama en el que se mezcla el rechazo, el propio y el social, la duda sobre la
identidad biológica y racial y aquella tradición en la que han sido educados
ambos con la religiosa y sus propios rechazos, miedos y dudas que ahora se han
de replantear, todo ello conjugado volcánicamente para construir una barrera
casi infranqueable, no menor que el auténtico muro que separa a ambos pueblos.
Un
tragedia social y política de mucha enjundia que Lorraine Levy trata de manera
bienintencionada, lo que a menudo le resta credibilidad a la obra, resultando en
ocasiones predecible y manida en un argumento con tanta trascendencia, que a la
vez aligera la carga dramática sin profundizar los suficiente.
Sin
embargo, los mismos argumentos se pueden desarrollar a favor de la película, ya
que el aspecto optimista que trasmite dentro de un drama histórico como es el
conflicto árabe-israelí resulta agradable, un soplo de aire refrescante en una
guerra enquistada y sin solución aparente. El conflicto está en la película,
las aristas del problema al que se ven enfrentados los jóvenes que descubren
que pertenecen al bando contrario están también presentes, junto al de sus
familias y la propia sociedad, a menudo más intolerantes que ellos mismos.
La
duda, el rechazo y el replanteamiento identitario en un clima de miedo y odio
son tratadas con cierta benevolencia, pero pese a todo el planteamiento y desarrollo
resultan interesantes. Sería enriquecedor que los postulados que plantea el
film de comprensión y amistad pudieran aplicarse a la realidad de una
reconciliación entre ambos pueblos.
Conclusión: Interesante. Un drama amable.
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