Meteora
Director: Spiros
Stathoulopoulos
Actores: Theo
Alexander, Tamila
Koulieva-Karantinaki, Adonis
Kapsalis, Giorgos
Karakantas y Dimitris
Hristidis
Drama / Greia-Amelmania
/ No recomendada para menores de 12 años /
82 min.
Todos
tenemos en la memoria las enormes y escarpadas formaciones rocosas de la
llanura de Tesalia, sobre algunas de ellas se levantaron en el siglo XIV los monasterios
ortodoxos de los monjes estilitas. Tenemos seguramente en la retina la imagen
de un monasterio en lo alto de una puntiaguda roca, con un curioso y rupestre
ascensor exterior de cuerda y saco, por el que se suben los víveres. Son los
conocidos como monasterios de Meteora. De los veintidós originales apenas
quedan seis en pie.
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En
este decorado de cuento metafísico desarrolla el realizador griego-colombiano
su segunda película. Una cinta poético-experimental llena de silencios y
sugerencias, de plásticas imágenes y de manierismo cinematográfico, para
retratar la disyuntiva entre espiritualidad y deseo carnal. Literalmente para
hablar de lo humano y lo divino, o en realidad, para recrear una metáfora sobre
el cuestionamiento entre religión y deseos humanos.
Es
una película de poco dialogo, como pocas palabras hay entre Theodoro y Urania,
que se comunican de celda a celda mediante los reflejos que emite una placa
metálica que Theodoro hace llegar hasta la celda de la monja. Sus encuentros
bajo el árbol son también bastante silenciosos, su amor y su deseo crece poco a
poco acallados por la sensación pecaminosa que los envuelve.
Con
una observación casi documental, con largos encuadres fijos y frecuentes planos
generales que dan idea de la imponente geografía que enmarca la narración, el
director va recreando una acción minimalista cargada de profundo significado y
de una pasión soterrada y dolorosa, siempre a punto de explotar, de dos
personas sometidas a la dicotomía de su compromiso religioso y sus pulsiones carnales.
La
fotografía preciosista y pictórica se complementa con pasajes de animación
surgidos de las imágenes de un retablo bizantino, una combinación estética que
da idea de la entidad de la película, de un minimalismo diríamos que analítico.
La apuesta experimental del film, con una poética tan estética y una narrativa
escueta y sencilla, donde el relato se fragua entre la rutina y las repeticiones
que van dando paso al deseo o al remordimiento puede, sin embargo, llegar a
saturar al espectador. Se trata de que el público, como el propio director, participe
de esa exploración de la naturaleza humana, se deje guiar por la mirada casi
analítica de las pequeñas acciones y seducir por una puesta en escena muy
cuidada y una iluminación con vocación pictórica, por el simbolismo de sus acciones,
por la belleza y la metáfora del paisaje...
Sólo
así podrá disfrutar de este film tan especial como distinto.
Conclusión: Si lleva una mirada abierta y curiosa
disfrutará de esta película (y también ayudará que vaya descansado, sin sueño).
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