Un largo viaje
Crítica express
Título original:
The
Railway Man
Drama
/ Australia / No recomendada para menores de 16 años / 116 min.
Lomax (Colin Firth) es en
la actualidad un oficial retirado del ejército británico fascinado y experto en
los ferrocarriles. Durante la Segunda Guerra Mundial fue capturado por los
japoneses y obligado a trabajar en la línea férrea Birmania Tailandia. Allí, en
durísimas condiciones de vida fue brutalmente torturado u humillado por sus
guardianes.
Un día descubre que uno de sus
captores está aún vivo y que además es el guía del campo de refugiados donde él
estuvo preso. Ese es el comienzo de este largo viaje, un viaje hacia su pasado más
tenebroso con los fantasmas de la guerra
de fondo.
La película tiene una muy buena
interpretación y un correctísimo diseño de producción. La base argumental es
buena también, ya que contrapone a cada uno de los protagonistas consigo mismo
y con sus sombras y obsesiones, tanto al atormentado Eric Lomax como a su verdugo, que tiene que sobrevivir enseñando
el horror que él mismo ayudo a provocar; además de mostrar los horrores
inhumanos de la guerra y plantear el dilema de la venganza para conjurar el
dolor.
Sin embargo, algo falla estrepitosamente en la
película, pensada para conmover pero que no consigue articular un drama tan
intenso y tan complejo como para hacerle del todo partícipe al espectador, y
ello se debe a un concepto equivocado en la estructura narrativa, un tanto
errática, y a un montaje con tiempos disociados que no acaba de funcionar.
Si al final el espectador sale del
cine medianamente conmovido de la historia y hasta ligeramente satisfecho de la
cinta es más por sus propias aportaciones emocionales y por la densidad del
conflicto que porque el director haya hecho bien su trabajo.
Conclusión: No acaba de
llegar al corazón del conflicto, ni al del espectador, pero se puede ver.
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