Mil veces Buenas Noches
Título original: Tusen
ganger god natt (A Thousand Times Goodnight)
Director: Erik Poppe
Actores: Juliette Binoche, Nikolaj
Coster-Waldau, Maria Doyle Kennedy, Larry Mullen Jr. y Mireille Darc
Drama / Noruega
/ No recomendada para menores de 16 años /
117 min.
¿Qué
es lo que mueve a un fotógrafo, a un fotorreportero, a meterse en los peores
lugares de la Tierra, en los conflictos más sangrientos, en los sitios más
insalubres o peligrosos? ¿Qué resortes le mueven para poner en peligro su
salud, su integridad física o incluso su vida por tomar una buena fotografía? Y,
sobre todo, ¿cómo es su vida cuando regresa a casa?
Esto
es lo que nos cuenta Mil veces Buenas
Noches, la vida de Rebecca (Juliette Binoche), que tras sufrir un grave accidente mientras documentaba
el reportaje sobre una mujer terrorista suicida vuelve a casa con su marido.
Ella ha tenido que ser repatriada y su marido ha tenido que ir a buscarla a
Arabia, pero este le plantea un ultimátum, está ya cansado de esperar, junto a
sus dos hijas pequeñas, a que ella vuelva de algún lugar remoto y peligroso o a
que les llegue la noticia de que ya no va a volver.
Esta
es la paradoja, este es el drama humano. La pulsión del fotógrafo, artística y
documental, que va más allá de la pasión y de la vocación, en la que se funde a
la vez entrega, solidaridad y un cierto grado de egoísmo; esta pulsión
ingobernable a veces, se topa con la vida real, con el hogar y la familia,
aquella que se queda esperando, llevando una vida ordenada y discreta, alejada
del objetivo del reportero y, que aunque pueda compartir sus nobles
intenciones, siente el frio de la ausencia y el temor de la muerte o la
amputación.
En
el mundo actual lo que no se ve no existe y en ese sentido el trabajo de los
fotógrafos de guerra, los que cubren las catástrofes o las ignominias que cubren
el Mundo, no solo es una labor encomiable sino imprescindible. Gracias a ellos
sabemos del sufrimiento, las desigualdades y los atropellos que ocurren en
lugares remotos, por su trabajo se pueden movilizar los conciencias y los
gobiernos e intentar atajarlos o ponerles remedio, sin su labor los atropellos
serían aún mayores y más silenciosos y, además, gracias a su trabajo sabemos
las causas y los motivos de problemáticas a veces ajenas (al menos en lo
inmediato) a nuestra vida cotidiana.
Pero
sucede que estos profesionales son también personas con familias, con pareja,
con hijos... Son profesionales que tienen una vida distinta a mil kilómetros de
los conflictos que retratan y ese será, seguramente, un posible problema para
ellos y su entorno, tanto su adaptación a la normalidad como la de sus familias
a sus ausencias.
Mil veces Buenas Noches cuenta muy bien esta realidad y esta motivación, la verdad de las
dos partes: la familia y el fotógrafo, estructurando un drama, nada forzado,
que muestra esa pulsión vocacional del fotógrafo y el dilema de vivir una vida
normal con su familia, con la consiguiente crisis existencial y vital. El
relato resulta convincente y emotivo, a la vez que refleja esta dualidad,
huyendo de lugares comunes para adentrarnos en el trabajo real de un reportero gráfico,
sus sensaciones, sus inquietudes y su compromiso/egoísmo, todo ello sustentado,
además de por un guión bien desarrollado, en un esplendido trabajo de Juliette Binoche, convincente en el dolor y el desasosiego, en la renuncia y
la entrega. Grande esta actriz, una vez más que hace grande y creíble la
película.
Aunque
no sea la primera película que trata el tema de la disyuntiva entre vida
profesional y vida familiar, y sean muchas las que hablan justamente del
trabajo entregado hasta la extenuación de los periodistas vocacionales, pocas
han tratado el tema del reportero gráfico. De forma que resulta una película
muy interesante, sobre todo para aquellos que miran una fotografía como si
fuera una cosa natural, de generación espontanea, como de algo que se crea solo
y acaba, sin saber cómo, en la primera página de un periódico.
Conclusión: Un drama cercano, aunque
desconocido, bien realizado e interpretado.
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