Shirley: Visiones de una realidad


Título original: Shirley: Visions of Reality
Director: Gustav Deutsch
Drama / Austria / No recomendada para menores de 7 años /   92 min.

            
                      Esta es una película hecha expresamente para todos los incondicionales admiradores del pintor americano Edward Hopper que, como yo, hay en el mundo. Escriben las críticas, casi unánimemente, que parece más una película realizada para proyectarse en los museos que en los cines y puede ser que así sea, sin embargo, no deja de ser una obra cinematográfico y cómo tal ha llegado a las carteleras, aunque imagino de de forma reducida y sumamente esporádica.
            Edward Hopper es una pintor que ha dejado una importante huella en el arte cinematográfico. Grandes directores, como David Lynch, Alfred Hitchcock, Win Wenders o Todd Haynes (por citar sólo a alguno de los más conocidos) y muchos directores de fotográfica afirman con rotundidad que su pintura ha influido en su cine, no sólo como referente sino incluso de forma explícita. Como ejemplo recordar la casa de “Psicosis”, casi cualquier película de Lynch, en especial “Blue Velvet” y “Lejos del cielo” de Haynes.


            Y es que esa forma de retratar la realidad tan particular de Hopper no deja de ser absolutamente cinematográfica. Encuadres como fotogramas detenidos al azar, en una suerte de inmovilidad contenida, como si realmente tuviesen un antes y un después, formando parte de una historia que el espectador intentará involuntariamente recomponer. Sombras estrictas, planas, rotundas. Personajes ausentes, detenidos en el quehacer cotidiano, expectantes pero relajados, escrutando el horizonte más allá del marco con el iris negro de sus ojos. Decorados minimalistas, estudiadamente huérfanos de todo objeto superfluo.
            Curiosamente, en el arte de Hopper se observa una suerte de intertextualidad, ya que el autor afirmo en multitud de ocasiones la influencia que ejercieron en sus obras las películas que habitualmente gustaba de ir a ver a los sals, sobre todo las de cine negro que tanto le gustaban. Esto se puede apreciar en obras como "Casa junto a las vías del tren" o, más explícitamente en "New York movie", para la que se inspiro en más de trece salas de Nueva York.
               En el film de Gustav Deutsch trece cuadros del autor americano cobran vida para contar la historia de Shirley, que según la sinopsis de  FILMAFFINITY es una mujer atractiva, carismática, comprometida y emancipada a la que le hubiese gustado cambiar el curso de la historia a través de su involucración profesional y sociopolítica. Una mujer que no acepta la realidad de la época que le ha tocado vivir -la América de los años 30 a los años 60- y que se afianza firmemente a sus convicciones.
      Con una puesta en escena escrupulosamente meticulosa con cada uno de los cuadros de Hopper, es estéticamente espléndida, magistral, elegante, rigurosa y muy bella, haciendo honor al artista de quien los ha tomado  prestados, donde se pueden destacar el enorme esfuerzo y acierto de la dirección de arte y de la fotografía. Un experimento cinematográfico de difícil catalogación, que sitúa al espectador ante el movimiento y la historia que hasta ahora solamente ha podido imaginar, pero que resulta irresistible por hipnótico y  a veces intenso, aunque a alguno le pueda resultar un tanto tedioso si no llega a participar del misterio al que se le invita.

         La película tan minimalista y carente de recursos superfluos como las obras que representa no contiene diálogos, como por otra parte era de esperar tratándose del "pintor del silencio", tiene tan sólo voz en off mientras que el tiempo está puntuado por las emisiones radiofónicas que marcan el momento histórico, y los actores se desenvuelven por el encuadre, estático, un tanto rígidamente, cadenciosamente quizá.

Conclusión: Preciosista, experimental y devota de Edward Hopper. Si te gusta este pintor no debes perdértela.

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