Cincuenta sombras de Grey



Erotico-romántica / USA / No recomendada menores 18 años / 124 min.



            La película es heredera de la trilogía literaria de tanto éxito y que tanto revuelo ha causado. Muy celebrada por una buena parte del público femenino, un amplio conglomerado formado por lectoras curiosas, ávidas buscadoras de nuevas sensaciones, presuntas transgresoras de lo correcto, amas de casa “insatisfechas”, mujeres que sienten que al fin pueden leer una suerte de Corín Tellado subido de tono sin avergonzarse en público y todo tipo de público femenino que encuentran al fin algo distinto que llevarse a los ojos. Se, sin embargo, de muchas lectoras que devoraron el primer volumen y no consiguieron terminar el segundo o sucumbieron en el tercero.
           Aún sin conocer el original debo decir que la película resulta en todo punto decepcionante, creo que incluso también para sus más fanáticas seguidoras, y es que, además de no funcionar ni el guión ni la dirección, tampoco funciona la pareja protagonista, algo imperdonable para una película que está basada única y exclusivamente en una supuesta relación que desborda, o debería desbordar, los sentidos por una tórrida pasión. Y es que eso que habitualmente se suele definir como “química” está ausente en esta pareja. Y tampoco de forma individual. Él Jamie Dornan, no funciona como protagonista, un personaje que debería ser tan carismático como enigmático y seductor, resulta melifluo y plano; y ella Dakota Johnson, la inocente virgen universitaria, un papel bastante inverosímil por otra parte, lo único que aporta como actriz es un gesto como de comedora perpetua de hielo que quiere aparentar éxtasis y un continuo estado de confusión.
                        Cada década, más o menos, el porno soft asalta nuestras pantallas. En los 70's fue Emmanuel, que tras el escándalo y el éxito dio lugar a una larga saga, muchas secuelas y una notable lista de imitadoras (recordemos Emmanuel Negra, por ejemplo). Después vino Historia de O y más tarde, ya en los 80's, la celebérrima 9 semanas y media. Además de acercar el porno soft (erotismo se le llamaba entonces y dio lugar a un río de debates sobre las diferencias del porno y el erotismo) todas tenían mucho en común con esta entrega para el segundo milenio de la pornografía de salón: la dominación y un cierto grado de masoquismo.

            Eso es lo que supone Cincuenta sombras de Grey, una actualización del cine erótico para el gran público, aunque el Marqués de Sade se revolverá en su tumba, o se romperá el pecho de risa, al ver el sadismo pueril, el masoquismo a lo Peter Pan que todas ellas plantean, sobre todo esta última. No es mi intención defender el sado-maso, pero lo que aparece en esta película resulta ridículo, una especie de disney-sado, algo totalmente incongruente con lo que plantea el guión y lo que se supone que pretende el protagonista.
            Emmanuel supuso una clara ruptura con el cine sensual de la época, con un planteamiento visual más elegante, exótico y con un planteamiento de las relaciones sexuales supuestamente trasgresor, acorde con una época reivindicativa; todo ello con muchas comillas y muchos peros, desde luego, pero esa era la intención. Historia de O mostraba también la sumisión consentida como forma de relación sexual satisfactoria. Cincuenta sombras de Grey también pero, de alguna manera todo ello es mucho menos creíble en esta ocasión. Quizá los tiempos han cambiado, quizá el espectador es más maduro para que le cuenten cuentos estúpidos y se lo envuelvan como algo realmente avanzado, trasgresor, "sexualidad al límite". Nada de eso hay en esta película, no nos engañemos.

            Por otro lado, además de la sumisión y de un cierto grado de masoquismo, todos estos títulos, incluida 9 semanas y media, comparten otro denominador común: la dominación sexual está impuesta por una dominación económica. Es curiosos observar como todos los protagonistas dominadores son hombres ricos y las mujeres sumisas son, digamos, clase media, lo cual implica un vasallaje económico, una sumisión física tras la que no se oculta el tema económico. Grey es un hombre inmensamente rico, como ocurre con los hombres de los demás títulos, con lo que parece que no hay dominación física si no existe la económica y esta siempre la detenta un hombre. ¡Pues vaya, que poco hemos avanzado en este medio siglo!

            Para poder dominar a su nueva esclava sexual Gray primero la pasea en helicóptero, la recoge en un cochazo con chofer o la regala un automóvil.  Hace gala de su poderío económico para que se deje encadenar a la cama... la pobrecita inocente que no cae presa de sus encantos ni enardecida por el deseo sexual, sino presa de su condición social.

            ¡Patético!



Conclusión: Si te gustaron las novelas te decepcionará la película. Pero si NO eres fan de las novelas no se qué haces viendo esta película.

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