Cincuenta sombras de Grey
Director: Sam Taylor-Johnson
Erotico-romántica
/ USA / No recomendada menores 18 años / 124 min.
La película es heredera de la trilogía literaria de
tanto éxito y que tanto revuelo ha causado. Muy celebrada por una buena parte
del público femenino, un amplio conglomerado formado por lectoras curiosas, ávidas buscadoras de nuevas
sensaciones, presuntas transgresoras de lo correcto, amas de casa
“insatisfechas”, mujeres que sienten que al fin pueden leer una suerte de Corín
Tellado subido de tono sin avergonzarse en público y todo tipo de público
femenino que encuentran al fin algo distinto que llevarse a los ojos. Se, sin
embargo, de muchas lectoras que devoraron el primer volumen y no consiguieron
terminar el segundo o sucumbieron en el tercero.
Aún sin conocer el
original debo decir que la película resulta en todo punto decepcionante, creo
que incluso también para sus más fanáticas seguidoras, y es que, además de no
funcionar ni el guión ni la dirección, tampoco funciona la pareja protagonista,
algo imperdonable para una película que está basada única y exclusivamente en
una supuesta relación que desborda, o debería desbordar, los sentidos por una
tórrida pasión. Y es que eso que habitualmente se suele definir como “química”
está ausente en esta pareja. Y tampoco de forma individual. Él Jamie
Dornan, no funciona como
protagonista, un personaje que debería ser tan carismático como enigmático y
seductor, resulta melifluo y plano; y ella Dakota
Johnson, la inocente virgen
universitaria, un papel bastante inverosímil por otra parte, lo único que
aporta como actriz es un gesto como de comedora perpetua de hielo que quiere
aparentar éxtasis y un continuo estado de confusión.
Cada década, más o menos, el porno
soft asalta nuestras pantallas. En los 70's fue Emmanuel, que tras el escándalo
y el éxito dio lugar a una larga saga, muchas secuelas y una notable lista de
imitadoras (recordemos Emmanuel
Negra, por ejemplo). Después vino Historia de O y más tarde, ya en los
80's, la celebérrima 9 semanas
y media. Además de acercar el porno soft (erotismo se le llamaba entonces y
dio lugar a un río de debates sobre las diferencias del porno y el erotismo)
todas tenían mucho en común con esta entrega para el segundo milenio de la
pornografía de salón: la dominación y un cierto grado de masoquismo.
Eso es lo que supone Cincuenta
sombras de Grey, una actualización del cine erótico para el gran público,
aunque el Marqués de Sade se revolverá en su tumba, o se romperá el pecho de
risa, al ver el sadismo pueril, el masoquismo a lo Peter Pan que todas ellas
plantean, sobre todo esta última. No es mi intención defender el sado-maso,
pero lo que aparece en esta película resulta ridículo, una especie de
disney-sado, algo totalmente incongruente con lo que plantea el guión y lo que
se supone que pretende el protagonista.

Por otro lado, además de la sumisión y de un cierto grado de masoquismo, todos
estos títulos, incluida 9
semanas y media, comparten otro denominador común: la dominación sexual
está impuesta por una dominación económica. Es curiosos observar como todos los
protagonistas dominadores son hombres ricos y las mujeres sumisas son, digamos,
clase media, lo cual implica un vasallaje económico, una sumisión física tras
la que no se oculta el tema económico. Grey es un hombre inmensamente rico,
como ocurre con los hombres de los demás títulos, con lo que parece que no hay
dominación física si no existe la económica y esta siempre la detenta un
hombre. ¡Pues vaya, que poco hemos avanzado en este medio siglo!
Para poder dominar a su nueva esclava sexual Gray primero la pasea en
helicóptero, la recoge en un cochazo con chofer o la regala un automóvil.
Hace gala de su poderío económico para que se deje encadenar a la cama...
la pobrecita inocente que no cae presa de sus encantos ni enardecida por el
deseo sexual, sino presa de su condición social.
¡Patético!
Conclusión: Si te gustaron las novelas te decepcionará la película. Pero si NO eres fan de las novelas no se qué haces viendo esta película.
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