Ulises ya no vive aquí. Crónica de un viaje.- 5. Västerås (Suecia)

Capítulo 5. 
Västerås (Suecia)



            
         Nuestro siguiente rodaje se desarrolla en Suecia, en la ciudad de Västerås, donde reside Adriano Grueso con su familia. Así que volamos hasta Estocolmo, vía Muchic, coincidiendo con la primera nevada del año.
            Nuestra llegada al país no pudo ser más triunfal. Aterrizamos ya anochecido, lo cual no es difícil en una época en la que apenas disfrutan 6 horas de luz al día. Alquilamos un coche en el aeropuerto con intención de llegar a nuestro destino con tiempo suficiente para la primera grabación: una reunión del club de ajedrez donde cada jueves acuden Adriano y su hijo Santiago (dos veces campeón infantil de Suecia). El vehículo era la megaestrella de la empresa, un Toyota Prius híbrido y superautomático. Sacarlo del garaje requirió un esfuerzo inaudito de comprensión mecánica e idiomática que me sumió a mí, como conductor, en una depresión por incompetencia rayana en la auto-inmolación. A trancas y barrancas, con tirones y extraños ruidos de freno y motor, conseguí sacarlo y enfilarlo finalmente por la autopista, con la recalcitrante mirada condescendiente del empleado de la agencia clavada en mi cogote y, aunque nada había entendido de sus comentarios en sueco, seguro estaba que eran recuerdos a mi madre y referencias a mi inutilidad congénita como conductor del sur de Europa.
            Un kilómetro escaso después el coche quedo clavado en la cuneta a la espera de que ese mismo empleado acudiese a rescatarnos y ¡oh, sorpresa! pese a sus dudas el problema era el coche y no la inoperancia del conductor “¡por primera vez en 16 años había fallado un coche en su agencia!”. A pesar de estar tan lejos de nuestro destino, tirados de noche en una autopista nevada y con un montón de gente esperando a que llegásemos para la grabación, sentí un enorme alivio al quitarme de encima la carga de inútil.


            Viajar a Suecia recién llegados de Perú no es solamente cambiar de país, ni siquiera de continente, que físicamente es lo que hicimos, si no casi cambiar de galaxia, en algún momento del vuelo entramos en un pliegue del espacio-tiempo y llegamos a una realidad diferente.
            Encontramos un país muy organizado, respetuoso con el medio ambiente, donde las construcciones se integran con el paisaje y no al revés, un sitio donde prevalece la libertad individual, donde el estado protege al ciudadano y lo incentiva para desarrollarse, donde los niños tienen una educación de muchísima calidad y gratuita, donde las ayudas sociales son amplias y suficientes... ¡Igualito que es España, por ejemplo! Un país donde, por otra parte, la gente no grita en los bares, donde los conductores nunca tocan el claxon ¡nunca!, donde no te juegas la vida cruzando los pasos de peatones...
            Por otro lado, la frialdad de sus ciudadanos está en consonancia con la climatológica y ha propiciado esa fama que en España se resume en la frase “hacerse el sueco” y que favorece una convivencia respetuosa pero rígida.
            Gracias a lo primero e intentando sortear lo segundo la familia de Adriano se ha instalado aquí y nos ha propiciado la visita. Y esto resulta curioso, ya que en la primera escritura del guión lo situaba en Cali, su pueblo natal.



            Pero, ¿qué hacía nuestro colombiano tan lejos de cualquiera de sus hogares? Liliana, su mujer, y él son nacidos en Cali y sus dos hijos en España, así que qué hacen ahora residiendo en uno de los sitios más gélidos del planea, prácticamente vecinos de Papá Noel.
            Cuando pensé en Adriano como uno de los protagonistas de esta película lo busque primero en Madrid, ya que cuando le conocí en el año 2005 es allí donde residía y prosperaba. Yo ya sospechaba que había tenido problemas derivados de la crisis, así que no me sorprendió no encontrarle y le busque en su Colombia natal. Pero la búsqueda resultó infructuosa. Inés Guerrero, productora de los castings previos del film en 2006 y que ha vuelto a su Cali natal, no consiguió noticias de Adriano por esas tierras, así que intensifiqué la búsqueda vía Google (¿qué hacíamos antes de que existiese Internet?) y pude localizar una pequeña una pista a través de un torneo regional de ajedrez en Västerås, Santiago Grueso, el hijo menor de Adriano, había ganado un torneo infantil. ¡Bingo!
            Adriano y su mujer, lúcidos y valientes, quieren las mejores oportunidades para sus hijos y Suecia se las ofrece. Ulises donde los haya, emprendedores en el sentido más completo del término, ni el idioma, ni el clima y ni la fuerte “personalidad” de los suecos se les puso por delante y aquí están, haciendo ya juegos de palabras en tres idiomas, plenamente instalados y disfrutando de las ventajas del país todo lo que les permiten los sacrificios que han de hacer.


            Västerås es una pequeña ciudad de algo más de cien mil habitantes, situada junto a un precioso lago que está la mitad del año congelado, con una urbanización pensada para el ciudadano, integrada en la naturaleza que le rodea y absolutamente plagada de bicicletas. Allí rodamos los siguientes días, profundizando en la realidad sueca a la vez que conocíamos más de cerca la vida y circunstancias de la familia Grueso, lidiando con las bajas temperaturas, los horarios endiablados y la noche agazapada a las 3'30 de la tarde. Aunque todo resultó mucho más fácil, desde luego, gracias al exquisito mimo con el que nos cuidaron los Grueso, que ejercieron de protagonistas, cicerones y hasta service de producción.

            Fernando Fernández, director de fotografía y sonido, Sara Centeno como ayudante y yo mismo, dejamos Suecia con la sensación del descubrimiento y el ánimo de seguir indagando en una realidad hasta ahora desconocida. Quizá algún festival nos traiga de nuevo a estas tierras con nuestro documental bajo el brazo.


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