La novia del desierto
Directoras: Cecilia Atán, Valeria Pivato
Actores: Paulina García, Claudio Rissi
Drama / Argentina/ 77 min. / Mayores 16
años
Dentro del contexto
cinematográfico que va construyendo Latinoamérica, película a película, donde
no solo el discurso es novedoso, sino la narrativa y el punto de vista, el cine
argentino brilla con luz propia.
Haciendo de la necesidad
virtud, desde el corralito (seguramente antes pero este parece realmente el
punto de ebullición) el cine argentino ha comenzado a contar historias grandes
pero de bajo presupuesto, low cost como se vende todo ahora. Historias de gente
periférica, desheredada, anónima, donde el argumento muchas veces es una
anécdota elevada a la categoría de conflicto emocional, tremendamente humana y apasionadamente
real, tan crítica como universal.
Dentro del cine argentino se
podría circunscribir un subgénero propio, aquel que se desarrolla fuera de las
grandes ciudades, en la Patagonia o en las grandes extensiones inabarcables y
desiertas, donde las rectilíneas e inacabables carretas proponen una road movie
particular netamente argentino, convirtiendo al paisaje en un personaje más.
Dentro de estos bastos horizontes
sobrecogedores viven su vida una serie de personajes, supervivientes del clima
y la distancia. Grandes historias pequeñas, Historias Mínimas,
como el film de Carlos Sarín que quizá pudiera dar título a todo un estilo.
En este subgénero
cinematográfico debemos incluir la película LA NOVIA DEL DESIERTO. La
protagonista es una mujer de edad indefinible, pero seguramente bien pasados
los cincuenta, poco o nada atractiva en términos convencionales, encogida en sí
misma, en cierto modo naufraga de sus circunstancias, que se encuentra de
improviso embarcada en esta road movie austral junto a un personaje que no
podía ser más diferente a ella.
Una anécdota mínima, un
episodio sencillo pero en absoluto banal por la trascendencia que produce. Y
esa es la grandeza de este género, subgénero, o tipo de cinematográfica, elevar
la anécdota a valor universal; el personaje anodino, solitario y perdido
convertirlo en una suerte de antihéroe.
No hay lecciones morales, no
hay historias comprometidas, no hay consejos y virtudes. Hay pura realidad,
pura vida.
Una narración lenta pero
impecable, plagada de silencios, de miradas, donde los grandes y prolongados
planos generales de estos desoladores paisajes muestran a los protagonistas
como seres aún más desprotegidos y solitarios.
Es interesante hacer un apunte sobre la utilización del
desenfoque como valor narrativo. Utiliza abundantemente este efecto óptico como
presentación de los personajes, dónde estos, en segundo plano, tardan un buen
rato en dibujarse para el espectador, dejando que funcione así la imaginación y
produciendo cierta curiosidad, cierto desasosiego. Utilizando también planos
completos desenfocados, interpretado psicológicamente como un mundo por
construir o un mundo en continua construcción (o deconstrucción, como
prefiráis), donde los personajes perdidos intentando llegar a la zona enfocada,
al mundo reconocible, a esa zona de confort que se antoja imposible. Me
recuerda de alguna manera a aquel truco que hizo Woody Allen en la genial DESMONTANDO A HARRY,
donde la confusión mental del personaje se mostraba gráficamente desenfocando
al actor.
Es de resaltar el
gran trabajo de la actriz chilena Paulina García, quien ya nos demostró su
talento en Gloria,
otro personaje femenino muy sólido y en cierto sentido similar al que aquí presenta.
Una interpretación contenida, de gestos sutiles y sobrios, como el propio
personaje, pero de una solvencia fuera de toda duda. Y también la actuación su
partener, el actor argentino Claudio Rissi, contrapunto necesario que hace gala
de una gran contención.
Una coproducción chileno-argentina realizada gracias a
las ayudas para cine en construcción del Festival de Berlin y del de Donosti,
lo que nos habla ya de su calidad y proyección. Presente en la sección Horizontes Latinos del
Festival de Huelva fue la gran triunfadora, llevándose 3 premios: los de mejor
película, actor y actriz.
Excluida, sin embargo, de la nominación de los Goya en
favor de la producción argentina de los hermanos Almodovar EL ANGEL
es, sin duda, una de las grandes producciones latinas del 2018.
Conclusión: Sin duda una película muy recomendable.
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