La novia del desierto



Drama / Argentina/ 77 min. / Mayores 16 años



     Dentro del contexto cinematográfico que va construyendo Latinoamérica, película a película, donde no solo el discurso es novedoso, sino la narrativa y el punto de vista, el cine argentino brilla con luz propia.

     Haciendo de la necesidad virtud, desde el corralito (seguramente antes pero este parece realmente el punto de ebullición) el cine argentino ha comenzado a contar historias grandes pero de bajo presupuesto, low cost como se vende todo ahora. Historias de gente periférica, desheredada, anónima, donde el argumento muchas veces es una anécdota elevada a la categoría de conflicto emocional, tremendamente humana y apasionadamente real, tan crítica como universal.

     Dentro del cine argentino se podría circunscribir un subgénero propio, aquel que se desarrolla fuera de las grandes ciudades, en la Patagonia o en las grandes extensiones inabarcables y desiertas, donde las rectilíneas e inacabables carretas proponen una road movie particular netamente argentino, convirtiendo al paisaje en un personaje más.

     Dentro de estos bastos horizontes sobrecogedores viven su vida una serie de personajes, supervivientes del clima y la distancia. Grandes historias pequeñas, Historias Mínimas, como el film de Carlos Sarín que quizá pudiera dar título a todo un estilo.

     En este subgénero cinematográfico debemos incluir la película LA NOVIA DEL DESIERTO. La protagonista es una mujer de edad indefinible, pero seguramente bien pasados los cincuenta, poco o nada atractiva en términos convencionales, encogida en sí misma, en cierto modo naufraga de sus circunstancias, que se encuentra de improviso embarcada en esta road movie austral junto a un personaje que no podía ser más diferente a ella.

     Una anécdota mínima, un episodio sencillo pero en absoluto banal por la trascendencia que produce. Y esa es la grandeza de este género, subgénero, o tipo de cinematográfica, elevar la anécdota a valor universal; el personaje anodino, solitario y perdido convertirlo en una suerte de antihéroe.



     No hay lecciones morales, no hay historias comprometidas, no hay consejos y virtudes. Hay pura realidad, pura vida.

     Una narración lenta pero impecable, plagada de silencios, de miradas, donde los grandes y prolongados planos generales de estos desoladores paisajes muestran a los protagonistas como seres aún más desprotegidos y solitarios.

     Es interesante hacer un apunte sobre la utilización del desenfoque como valor narrativo. Utiliza abundantemente este efecto óptico como presentación de los personajes, dónde estos, en segundo plano, tardan un buen rato en dibujarse para el espectador, dejando que funcione así la imaginación y produciendo cierta curiosidad, cierto desasosiego. Utilizando también planos completos desenfocados, interpretado psicológicamente como un mundo por construir o un mundo en continua construcción (o deconstrucción, como prefiráis), donde los personajes perdidos intentando llegar a la zona enfocada, al mundo reconocible, a esa zona de confort que se antoja imposible. Me recuerda de alguna manera a aquel truco que hizo Woody Allen en la genial DESMONTANDO A HARRY, donde la confusión mental del personaje se mostraba gráficamente desenfocando al actor.

     Es de resaltar  el gran trabajo de la actriz chilena Paulina García, quien ya nos demostró su talento en Gloria, otro personaje femenino muy sólido y en cierto sentido similar al que aquí presenta. Una interpretación contenida, de gestos sutiles y sobrios, como el propio personaje, pero de una solvencia fuera de toda duda. Y también la actuación su partener, el actor argentino Claudio Rissi, contrapunto necesario que hace gala de una gran contención.
Una coproducción chileno-argentina realizada gracias a las ayudas para cine en construcción del Festival de Berlin y del de Donosti, lo que nos habla ya de su calidad y proyección. Presente en la sección Horizontes Latinos del Festival de Huelva fue la gran triunfadora, llevándose 3 premios: los de mejor película, actor y actriz.

     Excluida, sin embargo, de la nominación de los Goya en favor de la producción argentina de los hermanos Almodovar EL ANGEL es, sin duda, una de las grandes producciones latinas del 2018.






Conclusión: Sin duda una película muy recomendable.

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